martes, 14 de diciembre de 2010

Uno hace la diferencia

Son las cinco de la tarde y la chica está por la estación de Once con su mano derecha llena de tarjetitas para repartir. La gente pasa a su lado sin prestarle atención, ni a su ropa sucia ni a su cara triste y de cansancio. Hay muchas personas en el andén, como es habitual a esa hora. Muchos vuelven del trabajo, otros van rumbo a sus casas y muchos a trabajar de vagón a vagón.
La chica no tiene más de quince años; espera a que llegue el tren para poder asegurarse unas monedas. Tal vez para comprarse algo que calme un poco su hambre, tal vez alguien esté esperando el dinero recolectado. Frente a ella viene caminando distraídamente una joven que al pasar a su lado saca algo de su bolsillo. Inmediatamente la chica nota que del mismo bolsillo se le cae un billete. La joven no se da cuenta. Una señora que estaba a unos pasos, lo advierte.
Sin levantar el dinero la chica se acerca a la joven y toca su hombro: “perdiste plata, se te cayó del bolsillo”.
Lo que parecía algo simple y de solución rápida se complica. El billete, que era de cinco pesos, ahora estaba en la mano de la señora. Esta guarda la plata en su billetera y se queda esperando a que llegue por fin el tren, como si nada hubiese ocurrido. Nadie advierte nada.
- Señora esa plata es mía, se me acaba de caer del bolsillo- le dice la joven
- De ninguna manera, querida – responde la señora – esta plata es mía, se me acaba de caer de la billetera recién.
- Pero señora, yo tenía esos cinco pesos en mi bolsillo y ahora no los tengo, son míos – le dice la joven con un tono de impotencia.
- Mirá, querida, acá no dice que sean tuyos así que cortala.
La nena mira discutir a las dos mujeres con una expresión de desconcierto.
La joven no recuperó el dinero pero encontró la honestidad en la persona que, quizá, menos hubiera esperado. Ahora ella y la joven comen juntas una porción de torta con una gran taza de café con leche en el bar de la estación. El incidente parece haber quedado en el olvido y juntas pasan una buena tarde, tal vez una de las mejores e inolvidables de sus vidas.
Mariana Marufo Correia Nanín

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