domingo, 30 de agosto de 2009

Una especie de elegancia

Después de tanto buscar lo encontró. Josefina se enamoró perdidamente de él. Sí, era el corsé más hermoso que alguien haya visto. Su color era un tanto extraño, variaba entre un pardo oscuro y negro. Resultaba curioso haber encontrado una prenda tan preciosa en un lugar tan raro. Una tienda situada en el centro de la Feria, un lugar con objetos antiguos, y ropa traída de la India. Ella miró fijo el corsé, la señora que se encontraba a cargo del negocio se puso un tanto inquieta. Se acercó a la clienta, la tomó de las manos y prosiguió a contarle que esa prenda era muy especial ya que tenía una larga historia y era necesario que supiera lo peligroso que podía resultar utilizarla. Un poco atemorizada le recomendó que no se la llevara, no estaba a la venta a pesar de que en su momento sí lo había estado, solo estaba en el negocio colocado en un rincón. Ciertamente ese atuendo encerraba una historia y ella se negaba a darle importancia. Interrumpiendo lo que la mujer le intentaba contar sacó de su cartera tres billetes de cien y los colocó en el mostrador. Agarró el corsé y se retiró inmediatamente. Era exactamente lo que necesitaba para la fiesta del viernes por la noche. La prenda adecuada para ser combinada con una pollera de seda color negro. Solo atinó a probarse una vez el corsé el día miércoles, a plena luz del día. Apresurada logró apenas mirarse al espejo ya que llegaba tarde al trabajo. Le encantaba como le quedaba, luego se lo sacó y lo colocó sobre una silla en su cuarto.Llegó el viernes, ella estaba muy entusiasmada. Se levantó temprano para ir a la peluquería, a la tarde se instaló en el tocador para colocarse su mejor maquillaje. Cayó el sol. Josefina iba a probarse finalmente su pollera de seda, y el magnífico corsé.Primero se colocó las medias, luego la pollera, él vino al final. Ella lo observó antes de terminar de vestirse, y pensó en lo precioso que estaba esa noche. Levantó los brazos para que entrara en su cuerpo por la parte de arriba, y lo deslizó suavemente hacia abajo. Apenas hizo esto, notó una leve presión sobre su cuerpo, pero no le dio importancia ya que este tipo de prenda funciona de esa forma, presionando un poco el cuerpo. Esa noche el color del corsé parecía brillar. Lo acarició suavemente con sus manos, lo sintió un tanto áspero. Procedió a atar los lazos del medio, con un bonito moño en la parte inferior. Se miró al espejo y quedó fascinada por cómo se veía. Todo parecía estar en perfectas condiciones, la boa constrictora parecía reflejar su sonrisa frente al espejo, y Josefina se seguía fascinando. De un momento a otro el corsé comenzó a girar alrededor de ella, como un espiral, enrollándola. Rápidamente intentó acomodárselo. Mientras giraba y giraba iba apretando cada vez más su tórax. La sonrisa de Josefina desapareció, y ahora se comenzaba a retorcer. Su rostro tan bien ruborizado se fue transformado en un pálido fúnebre. Sus ojos vidriosos parecían salirse de su órbita, hasta que cayó tumbada al piso. Allí, con movimientos bruscos, de un lado hacia otro, intentaba liberarse de él, pero su tiempo ya se estaba terminando.Se retorció por última vez, su respiración cesó, y la boa lentamente, desprendiéndose de su cuerpo salió por la puerta de la habitación. El cuerpo sin vida de Josefina yacía ahora en el medio del oscuro cuarto. Ya no existía la posibilidad de volver atrás, solo el corsé cubierto de escamas regresaba lentamente a la tienda hindú de donde nunca lo tendrían que haber sacado.
Ana Lisa Anta Miracco