domingo, 15 de abril de 2012

Recuerdo: Mundos

Luces, música, colores, murmullos y el olor a purpurina atravesando el ambiente. Detrás del telón ya estaba cambiada y maquillada, lista para salir a escena. Amaba el teatro y actuar me provocaba una felicidad enorme. Sí, era una obrita de colegio, pero yo me sentía en Broadway a punto de estrenar el espectáculo del año. Diez años después todavía se hace presente la emoción de ese día.

Caos. No existe una palabra mejor que describa el momento previo a salir a escena. Chicos de todas las edades repasando la letra y dando los últimos retoques a sus vestuarios. Algunos tenían una cara de querer huir en ese instante hacia África y otros, como yo, estábamos expectantes, pero más que nada deseosos de interpretar nuestro papel. No había lugar para los nervios, para mí todo era un juego. El juego de ser otra, de contar una historia. Adrenalina pura, como si me estuviese por tirar de una montaña, eso sentía.

Mientras las luces disminuían y las voces del público se iban apagando, atrás reinaba la locura. Con mis compañeros queríamos gritar pero sabíamos que los micrófonos nos delatarían, entonces nos tomamos fuerte de las manos y cerramos los ojos. En ese instante pasaron por mi mente todos los ensayos, de los primeros a los últimos, incluidas las pruebas de vestuario y el armado de la escenografía. Los abrí y me encontré ahí atrás parada junto a ellos a punto de mostrar de lo que éramos capaces, nos miramos y no fue necesario decir nada más. Estábamos listos.

Recuerdo que entre los bastidores y el escenario habían pegado una cinta de papel para dividir los ambientes. Le decíamos “La línea”. De repente oscuridad total, silencio. Solamente quedó iluminado el escenario. Crucé “La línea” y la que salió al escenario no era yo, era mi personaje. No sé qué pasó en el público ni qué pasó entre bambalinas. Terminó el acto, crucé la línea nuevamente y volví a ser yo. Así fue cómo entre aplausos y cambio de luces descubrí la magia de contar una historia. La magia de cruzar una línea imaginaria y ser otra persona en otro mundo tan lejano y a la vez tan cercano al del público.

Tiara Nadia Toribio

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