“Al que nace barrigón, es al ñudo que lo fajen”. Desde chica me
gustaron los refranes, pero este en particular, constituía para mí, un pequeño
enigma.
Como los refranes suelen
transmitirse oralmente, y como todavía no había leído el Martín Fierro, por
mucho tiempo creí que “al ñudo” era una sola palabra: “alñudo”. Imaginaba que
era un adjetivo cualquiera. Este refrán aludía, para mí, a un tipo de barrigón.
Uno alñudo (lo que fuera que significara), así como otros podían aludir a
barrigones corajudos, confianzudos, o cornudos. Es cierto que la frase, con el
sentido que yo le adjudicaba no tenía coherencia gramatical (“Al que nace
barrigón, es alñudo que lo fajen”), pero quién era yo para para juzgar la
sintaxis de la cultura popular de mi sociedad. Sobre todo, cuando acepté de buen grado que Andrés Ciro nos cantara “ando ganas de encontrarte/ cuánto lejos que
estás acá/ ando ganas de encontrarte/ ando lejos, más no me da”.
Pero esto no era lo que más me
impresionaba del refrán, sino la crueldad que encerraba. Según lo que yo
entendía, a aquel que tenía la desgracia de nacer barrigón (lo que
aparentemente era inaceptable), y para colmo, alñudo, había que fajarlo. Y para
mí, pegarle a un gordito era inconcebible. Y más aún porque, como explica
claramente el refrán, el gordo había nacido así.
Con el tiempo entendí que “alñudo”, no
era “alñudo”. Y lo de fajarse lo comprendí cuando tuve que ir al casamiento de mi prima con cinco
kilos de más.
Pero los que parecen haber
tenido esta misma confusión son los de “cuestión de peso” (CDP). Pero ellos,
más astutos, decidieron confundirse en el momento en que la salud está de moda,
al igual que los reality shows, la crueldad televisiva, el minuto a minuto, y
otras menudencias (que los gorditos tendrán que comerse si quieren permanecer
en el programa).
El semiólogo español Jesús
González Requena decía que lo característico de un espectáculo es la relación a
distancia entre un cuerpo negado (porque se reduce a la mirada) de un
espectador, y la de un cuerpo que se exhibe plenamente. Este es un cuerpo
afirmado. Señala, además que en el espectáculo televisivo, ese cuerpo, al
llegar como una imagen, también desaparece. Es, de esta manera, un cuerpo
negado. Pero, para los participantes de CDP, esta negación se convierte en una
condena, como el voto “no positivo” de Julio Cleto Cobos.
Estos saben que, al ingresar,
tendrán un tratamiento que incluirá viandas, ejercitación física, educación
nutricional, seguimiento médico, incluso cirugías. Pero el combo también
incluye humillación pública si no hicieron el registro de comidas, que los
graben mientras se bañan, o baile del caño. Creo que también incluye escuchar
un disco entero de Arjona cada vez que se pasan con los permitidos.
El programa se basa en una
premisa: La obesidad es una enfermedad. Justamente el programa es supervisado
por médicos. Pero, qué clase de tratamiento incluye sentar a los pacientes ante
una mesa atiborrada de comida para luego humillarlos y sancionarlos cuando los
excesos fueron cometidos. Se dice que los medios reflejan lo que pasa en la
vida cotidiana. Espero que no sea cierto. Me alarma que esta lógica pueda estar
repitiéndose en tratamientos no televisados. Que, por ejemplo, a los
alcohólicos se los lleve a festejar San Patricio; o, tal vez, que a una paciente con enfisema le arreglen una cita con Lanata: o que a los depresivos los pongan a
escuchar The Cure, o peor aún, Montaner.
También me preocupa el futuro
del programa. No porque me estén por contratar como productora del ciclo o
porque tenga acciones en “tostadas Riera”, sino porque me atemoriza hasta dónde
puede llegar. Porque como dijo el poeta, primero vinieron por “la Chechu ” para hacerle un
doping sorpresa de diuréticos y no dije nada porque yo no había consumido
diuréticos. Después vinieron por Luisito para que corra en una cinta a espaldas
de una piscina prendida fuego, a riesgo de caer en ella, y no dije nada, porque
yo tenía un traje ignífugo. Ahora vienen por mí, y aquí me van a encontrar,
viendo cómo Claribel Medina pasa de ser una simpática actriz de aires
caribeños, a Cruella de Vil. (Y Verón, a ser el policía que persigue a
Terminator).
A fin de cuentas, aún no me
queda claro si a los que nacen barrigones, es en vano o no que los fajen. Pero
que los están fajando, no me cabe ninguna duda.
Cintia Paz
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