Cinco de la tarde,
Avenida Santa Fe y Scalabrini Ortiz. El cielo cubierto de nubes, es un domingo
fresco y ventoso. Como siempre la niña del supermercado duerme en la calle entre cartones y mantas junto a su madre, ubicada
del lado derecho de la puerta de salida, por donde la gente circula con sus
bolsas de compras. Algunos se detienen, introducen su mano en uno de sus
bolsillos del pantalón o del saco y sacan las pocas monedas que les quedaron
del cambio para dárselas a la mujer que pide si le pueden dar algo para
comprarle comida a su hija. Otros con paso ligero siguen su camino.
Luego de dos horas de
atender a unos pocos clientes, el cielo oscurece y el frío de la noche
despierta a la niña del supermercado. Desde mi kiosco, a unos metros de allí,
puedo observar a la madre: que cubre la mitad de sus piernas con una parte de
la manta, apoya su cabeza sobre la pared del supermercado y cierra los ojos. La
niña se levanta de la calle entre los cartones de su cama y camina hacia el
tacho de basura más cercano. Con sus pequeños dedos abre una de las bolsas,
introduce sus manos y revuelve todo lo que hay adentro, hasta el fondo. Desde la puerta del kiosco veo entonces que saca algo,
parece ser un juguete o una muñeca de tela. La niña regresa a donde está su
madre y la despierta para mostrarle lo que encontró en la basura. La madre la
mira sin decir nada y vuelve a cerrar los ojos. La nena juega en la calle,
mientras, ve pasar a la gente apurada, sostiene con una de sus manos la muñeca
y con la otra pide una moneda o algo para comer. Ha estado así más de media
hora, hasta que detiene su mirada en la cuadra de enfrente.
Una mujer de mediana
edad que camina de la mano de su hijo de cinco años hasta que el semáforo se
pone en rojo y cruzan la calle. Luego se introducen en el supermercado. Pasa un
tiempo largo hasta que se escuchan gritos a la salida, es la misma mujer que
discute con su hijo.
-
¡Marcos te comés
lo que te compré porque todavía no vamos a volver a casa!-grita la madre.
-
¡No! Mamá,
quiero volver a casa ahora, o comprame otra cosa porque ¡no me gusta eso!
-
Marcos venís ya
para acá. ¿A dónde pensás que vas?
El niño se suelta de la mano de su madre y sale
corriendo por la calle, hasta que ella logra alcanzarlo. Lo sujeta fuerte del
brazo con el sándwich en la mano, obliga sin éxito a Marcos a que se lo coma.
El pequeño con miedo, lo mira como si
estuviera viendo una película de terror. Los ojos de la niña del supermercado
no se desprenden de la escena, atenta a la situación. Tras gritos, llantos y un
juego de pases entre la madre y su hijo, el sándwich se le resbala de la mano a
Marcos y cae al piso. Luego de unos segundos la madre agarra a su hijo
bruscamente del brazo y se van para el otro lado de la calle. Es el momento que
la niña con ansias tanto esperó. Suelta la muñeca, corre unos metros, lo garra,
lo limpia un poco y se lo lleva hasta la salida del supermercado para compartir
la mitad del sándwich con su madre.
Larisa Zozaya