sábado, 4 de octubre de 2008

Crónica periodística

Viernes 22 de agosto de 2008

Crónica de una crisis anunciada

La lucha por la educación pública, por las mejoras edilicias, por la triplicación del presupuesto, por el aumento salarial y un “¡edificio único ya!” son los principales motivos que han movilizado fuertemente en estos últimos meses a la Facultad de Cs. Sociales de la UBA. Junto a otras facultades y universidades del país, al igual que a docentes de escuelas primarias y secundarias, hacen sentir cada vez más sus reclamos

Eran las once de la mañana del viernes 15 del corriente y las aulas de la sede de Ramos Mejía estaban vacías. No hubo ni tanto movimiento como siempre ni el gran murmullo característico de los pasillos de esa Facultad. A pesar del paro activo, los no docentes trabajaron normalmente. El silencio se hizo presente en todo el edificio. En unas pocas aulas se dieron clases y en otras se charló sobre la medida de fuerza tomada ese mismo día. Algunos alumnos llegaron a la puerta y dijeron cosas como: “¡Uh! ¿Otra vez paro?”, y con algunos insultos se retiraron del lugar.
- Ni idea, mejor me vuelvo a dormir.
- Sí, sobre el aumento salarial, me parecen buenas las movilizaciones aunque no participo de ellas.
- Me parece bien que se luche por la educación pero, ¿quién se entera de los paros?
- No, la verdad no sabía nada.
- Soy de la FADU, en realidad, pero sí, apoyo algunos paros y las clases públicas, pero no apoyo no tener clases.
Fueron algunas de las respuestas que dieron varios alumnos que deambulaban por los pasillos al preguntarles si estaban enterados del paro y de la situación que se estaba viviendo en el ámbito universitario. Pero no es esa mañana cuando empieza la historia.
Remontándonos al año 2002, tras 45 días de toma del rectorado, el decano Federico Schuster prometió hacer todo lo necesario para conseguir el edificio único. El 3 de abril del 2004, Schuster, afirmó en una nota realizada por Javier Lorca (responsable de la sección Universidad) en el diario Página 12 lo siguiente:
“Por suerte, la universidad comprendió que lo que Sociales necesitaba no eran sólo aulas sino una facultad en serio, un espacio que pueda ser habitable para los estudiantes, los profesores y los no docentes” y así continuaba la nota: Después de años de reclamos (incluida aquella toma del Rectorado por 40 y tantos días), después de años de funcionar dividida en tres y más sedes, Sociales cuenta con un edificio de casi 25 mil metros cuadrados, donde funcionó la firma Terrabusi, que la UBA compró en el 2003 a cambio de 2,6 millones de pesos. En este momento, universidad y facultad están acordando el proyecto arquitectónico. Luego habrá que licitar las obras necesarias y, además, asignar los fondos, cuestión complicada en una universidad bastante ajustada. Las autoridades aseguran no tener claro cuánto costarán las refacciones, aunque se supone que superarán los 10 millones de pesos. ¿Cuánto durará la obra total? Si todo sale bien, unos tres años.”
Seis años después, apenas si se han construido una decena de aulas en el “supuesto” edificio único de la calle Santiago del Estero, que a duras penas logran albergar a la carrera más chica (Trabajo Social) de las cinco que conforman a la Facultad de Sociales. De las cuatro carreras restantes no hay ni noticias de cuándo se iniciaría la mudanza. Cada cuatrimestre se estiran los plazos, a tal punto que ahora la gestión ni se anima a darlos a conocer, y la obra se encuentra paralizada hace ya alrededor de un año y medio. Además, las condiciones de cursada y de seguridad son pésimas. Con aulas repletas de alumnos, con escaleras y accesos totalmente inadecuados para la cantidad de estudiantes, con ascensores que continuamente están fuera de servicio y con la inexistencia de planes de evacuación viables, entre otras cosas, las sedes demuestran sus malas condiciones. En abril de este año, el rectorado había firmado un convenio con el Gobierno Nacional por el cual se asignaron 22 millones de pesos para la reanudación de las obras. Estudiantes, docentes y no docentes, han exigido que se les den plazos concretos. La respuesta del decano ha sido, una y otra vez, que él no está en condiciones de darlos. Al poco tiempo, se enteraron de que esos 22 millones son insuficientes por la inflación y que por lo tanto los inexistentes plazos se estirarían aún más.
La situación es cada vez más crítica. En el mes de junio de este mismo año, se produjo un incidente en la sede de Marcelo T. un corte de luz mostró, entre otras cosas, la inexistencia de luces de emergencia. A raíz de este hecho, alrededor de 400 estudiantes cortaron la Av. Córdoba y realizaron una masiva asamblea en la que votaron tomar esa misma sede. Más recientemente, la semana pasada, en las instalaciones de este mismo edificio, mientras una alumna se encontraba en el baño, una viga, mejor dicho, una barra de hierro de más de un metro de largo, se desplomó y casi lastima a la estudiante.
A raíz de todos estos hechos, estudiantes, docentes y no docentes, junto a la FUBA, los estudiantes de otras facultades y los docentes de la CONADU histórica, se han puesto en marcha para decir “¡basta!”. Siguen reclamando un “¡edificio único ya!”. Bajo este lema, se han llevado a cabo masivas marchas y asambleas, casi interminables, para organizar la lucha y lograr que sus voces sean escuchadas. Sus reclamos no son más que una reivindicación de sus derechos: derecho a la educación pública, gratuita y en condiciones dignas. También los docentes luchan por un salario digno y no de indigencia, como es hasta ahora. La educación de nuestros jóvenes y el trabajo de sus educadores dependen de las respuestas a estos reclamos. Reclamos que nunca deberían haber existido.


María Betania Salas

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