jueves, 21 de junio de 2007

Instrucciones para mirarse en un espejo

En la profundidad habita aletargado todo lo que nos pasó, lo que fuimos y seremos. Trate de dejar sus expectativas de lado y enfrente al espejo. A simple vista el reflejo le devuelve un gesto cansado, ojos irritados, baba seca. Concéntrese en ver en lo profundo de sus ojos aquello que lo acompañó tantos años. Súbitamente aparecen pajaritos muertos, doncellas ebrias descansando en el pasto, locuras del amanecer que dejaron sus marcas en los tibios pómulos. El cristal de aspecto acuoso lo arrastra a lo profundo, allí donde duermen los modelos de la vida que lo defraudaron, y los que aún quiere seguir en la densa aventura que dibujan los días.
¡Atención! Aun cuando el espanto tiña al espejo de negro, no lo rompa. Muchos han muerto tras realizar esa torpe maniobra, que prometiendo la salvación del momento, solo cumple con el designio del abismo. El espejo no promete devolver flores, a veces solo entrega imágenes del dolor, llanto en la oscuridad, cuerpos retorciéndose en la cama, hambre en la noche, gritos en el techo. Por eso muchas personas no se miran a los ojos en los espejos, solo atienden a su cabello, cuerpo, dientes y ropa. Mirar en lo profundo del espejo a través de los ojos implica un acto de valentía y fe, casi criminal.
En el espejo se encuentra un mundo que es nuestra interioridad, allí conviven nuestro fracaso con nuestra gran alegría, nuestro enemigo con nuestro gran amor. En el espejo vivimos, el reflejo somos nosotros, esa es nuestra existencia y no esto, combinación de huesos, carne y sangre.
Nicolás Oscar Blanco

1 comentario:

Anónimo dijo...

me encantó, no lo había visto antes, no se por qué. Cortito y super concreto, es buenisimo.
TA