martes, 1 de mayo de 2012

Autobiografía: Detalles difusos


Mientras escribo me impregna el temor de que esto se convierta en una cronología. Confieso que pensé mucho en cómo comenzar esta autobiografía y por más que quise darle un giro concluí que lo mejor es empezar por el principio, es decir contando que llegué al mundo un viernes lluvioso de septiembre hace alrededor de veinte años. Sin embargo, detallar todo lo que sigue no me resulta tan sencillo.
Mi vida estuvo y está atravesada por otras personas, por los libros, mis fieles compañeros, por música y al mismo tiempo, por silencios. Tuve una infancia feliz, aunque crecí deseando una hermana mayor. En mi adolescencia primaron las  inseguridades y los miedos, pero las fiestas, los amigos y los viajes también tuvieron su lugar en aquellos años. El tiempo me ayudó a madurar y a aceptarme con mis defectos y virtudes. Y así, después de algunos contratiempos, por fin encontré mi vocación, que en realidad siempre había estado en mí.
Sin embargo, debo aclarar que con las vivencias me pasa como un soñador con sus sueños. Sólo recuerdo la energía del momento y al querer ponerle palabras y buscarle una lógica, termino agregando detalles que no sé si realmente sucedieron. Se mezclan cosas que tengo en mi memoria y cosas que me contaron sobre esos momentos. Es por eso que mis primeros años de vida están construidos a partir de relatos de otros, me parece ajena la niña que a los tres años de vida volvía del jardín cantando Mariposa Tecnicolor; aunque hoy en día comparta con ella el gusto por Fito.
Con las experiencias de más grande tengo una contradicción, cuando las cuento o simplemente las recuerdo, trato de ser lo más fiel posible a los hechos, pero al mismo tiempo mi gran pasión por narrar historias me dificulta esa tarea. Será porque leí mucho o por mi fanatismo por las telenovelas. No lo sé realmente. Como dije, me gustaba contar historias. Entonces, con frecuencia manchaba con algunos tintes de ficción mis relatos. Deseo plasmar parte de mi vida, pero dudo si yo patinaba como los dioses, o simplemente eso pasaba por mi cabeza cuando tomaba las clases. Vacilo al describir mi viaje de egresados, sé que la pasé bien pero no estoy completamente segura de si yo guiaba al grupo con mis ocurrencias o solamente seguía a mis amigas. Puedo afirmar que la mayor parte de mis recuerdos son felices y que disfruté mi infancia, pero no puedo evitar preguntarme si mi pasado fue tan divertido como lo suelo contar. Creo que no hubo tantas fiestas y sí más lecturas solitarias sobre personajes que para mí tenían una vida más interesante que la mía.
Siempre estuve rodeada de realidad y ficción y hasta a veces llegué a pensar que estaba hecha de ambas cosas. Leí por ahí que el sentido de la autobiografía es definir quiénes somos, capaz soy eso, una mezcla de ficción y realidad. Es en este punto de la escritura cuando llego a la conclusión de que me resulta imposible narrar las cosas como realmente sucedieron. Prefiero quedarme con las enseñanzas y las emociones que las experiencias me dejaron, esas sensaciones que temo perder si las plasmo en un papel. Por eso, hoy elijo enfocarme en estos aspectos, quizá algún día miraré con otros ojos mi vida. Pero en ese momento será otra Tiara la que se siente a escribirla.
Tiara Nadia Toribio 

No hay comentarios: