Con una enorme sonrisa y mientras acariciaba su vientre, le dio la noticia a su marido de que vendría la cigüeña. Nueve meses después, el ave llamó a la puerta y puesto que nadie le abría, pobló de plumas el jardín. La mujer escuchó un llanto, vio su vientre hinchado y no se explicó la presencia de su bebé junto a aquel pajarraco.
Karina Vanesa Teruel
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